Cómo ya sabéis (y si no es así aquí lo cuento), mi afición o más bien
diría yo "devoción" por la pastelería se debe a mi enfermedad. Qué
mal suena eso de "enfermedad", porque yo no me siento para nada
enferma. Por lo menos no desde que me diagnosticaron o mejor dicho desde que me
recuperé después del diagnóstico. Pasé un par de meses que no se los deseo a
nadie. Cuento esto para explicar un poco el comienzo de todo este mundo de
harina, azúcar, huevos, ... constante en el que me muevo. ¡Me encanta comer!, eso
no es ningún secreto para las personas que me conocen. Soy de buen paladar
("es más barato comprarme un traje que invitarme a comer", jajaja).
Dentro de toda clase de comidas los dulces también entran, creo que soy la
persona más golosa que conozco. No podéis imaginar lo mal que lo pasé al salir
del hospital y ver que los dulces que hay sin gluten son bastante limitados en
cuanto a cantidad y calidad ( y , no, en mercadona NO HAY MUCHAS COSAS!, eso es
una leyenda urbana). No me quedó otra opción de buscar alternativas. Al final
resultó que la única alternativa posible era hacerme mis propios dulces, cosa
que no había hecho nunca. Otro problema añadido surge cuando te invitan a un
cumpleaños. Esto está muy bien, pero cuando eres celiaco es más o menos como si
te invitan a unas horas de tortura. Miras como todo el mundo no para de comer
de todo y para rematar un buen trozo de tarta, todo mientras sigues delante de
ese triste café viudo. Así que también empiezo a hacer tartas para ser yo la
que la lleva a los cumpleaños a los que estoy invitada. Por lo menos me aseguro
que voy a comer tarta. Éste es un detalle que debería estar un poco más
extendido. Tampoco cuesta tanto pensar un poco en las personas que no pueden
comer lo que vas a poner en tu "fiesta". Si no piensas tener en
consideración a tus invitados, lo mejor es que no los invites. Os lo aseguro,
me molesta mucho más que me inviten a cualquier tipo de evento, que se
celebrará con comida, en el que no podré comer nada, que no ser invitada. Es
más, prefiero que no me invites a tu "evento-tortura”. Entre estos eventos
también se encuentran las bodas. Yo escucho eso de "me caso" y me
echo a temblar. Sí, quizá pienses que tu boda súperhiperpreparada y estudiada
al milímetro será perfecta y tendrás todo lo que has contratado. Pues no,
resulta que le comentas al catering que tienes una invitada celíaca (entre
otras posibles alergias e intolerancias alimentarias) y ellos, de buena fe, te
dicen que no hay problema, adaptan la comida y ya está. Ante esto tu confías en
ellos, son profesionales en su sector, no tienes motivos para desconfiar,
¿verdad?. Pues no, te vuelves a equivocar. Te lo digo yo que ya he ido a varias
bodas en las que he pasado toooooda comida devolviendo platos a la cocina y explicando una y otra y otra vez a la misma persona lo mismo como si fuera un niño de 5 años. Es desesperante explicarle algo a una persona que le importa tres pitos lo que le estás contando. Ya os contaré con más detalle las experiencias que he ido teniendo a lo largo de los años, tanto positivas como negativas. En esta entrada sólo pretendo contaros como empecé en el mundo de los dulces. Cómo estos suelen ir unidos,en muchos casos, a cualquier tipo de evento quiero haceros llegar, un poco, el sentimiento de personas que se encuentran en situaciones como la mía. Y os aseguro que con un pequeño detalle haréis muy feliz. Lo de hacer una tarta sin gluten (sin que añadas algún ingrediente con gluten) puede ser un poco "complicado", pero tener unas nociones muy básicas en cuanto a la alimentación, en general, no tanto. Aquí tenéis un pequeño cuadro resumen: